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Cuando estudiaba mi maestría en relaciones públicas, a finales de la década de los 80, los comunicadores serios hacían algo llamado un “análisis de contenido”. Para esa época no existía la Internet. Los únicos medios escritos eran la prensa y las revistas. Por lo tanto, la única manera de conocer la cantidad de “tinta” que un medio le dedicaba a un tema en particular era mediante un “análisis de contenido”.
El primer paso al hacer un análisis de contenido era contar físicamente la cantidad de caracteres dedicados a cada tema. Eso se hacía contando los caracteres y los espacios de una columna y multiplicando por la cantidad de líneas y de columnas.
Claro, la cosa era un poco más complicada porque luego había que leer cada texto para conocer lo que se discutía, la tónica y la opinión favorable o desfavorable que expresaba cada redactor. A eso le sumábamos la cobertura mediática que alcanzara el tema en radio y televisión. De ahí pasábamos a la redacción de un informe que agregaba todos los medios que hubieran tocado el tema y el consenso general logrado.
Hoy en día casi todo es electrónico. Las publicaciones de papel están en peligro de extinción y existen medios que no existían hace 30 ó 40 años atrás.
Por otro lado, mucho de lo que conlleva un análisis de contenido se hace de manera electrónica, y muchas veces automática. Y no dejemos fuera a las redes sociales, que son un universo en sí mismas.
A la vez, la otrora noticia sosegada y profunda ha dado paso a la estridencia, al contenido vacuo y a la chabacanería. Y créeme, no hago estos comentarios tristes desde la óptica de un hombre seriote y “avejentao”. Si a alguien le gusta la bayoya y la pocavergüenza es a mí. Pero las cosas en su sitio. Aún cuando me encanta la broma echo de menos la noticia seria y profunda de antaño.
¡Contra… echo de menos la corrección!!! Qué falta hacen los correctores de prueba que se aseguraban de que los periódicos salieran libres de errores! Las publicaciones de hoy son un campo minado en el que tropezamos con barbaridades a cada momento.
Y no hablemos de las redes sociales. Basta con pasarse 15 minutos en cualquiera de ellas para conocer el cociente intelectual de la gente que escribe allí. Por favor, sean un poco más cuidadosos. ¿No saben que la gente llega a sus propias conclusiones, no por lo que opinen ustedes, sino por la cantidad de errores que contengan sus posturas?
La ortografía y la gramática son como la ropa que te pones para salir a la calle. La gente te juzga por la manera que luces, aún antes de que abras la boca. Si lo que escribes está lleno de errores la gente inteligente no le va a dar importancia.
Sí, yo sé que te molesta que te lo diga, pero es la triste realidad.
En esta entrada revisito aquello del “análisis de contenido”. No porque se haga todavía, sino por la relevancia que tiene ante la ola de barbaridades y nimiedades que nos arropa a diario.
Enlaces:
- Las técnicas de Análisis de Contenido: Una revisión actualizada.
- Análisis de Contenidos, según Wikipedia
- Servicio Postal Deficiente, Una Catástrofe Nacional
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©2021, Orlando Mergal, MA
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El autor es Experto En Comunicación Corporativa (Lic. R-500),
Autor de más de media docena de Publicaciones de Autoayuda
y Productor de Contenido Digital
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