Dicen que hay tres cosas que uno debe hacer en la vida: sembrar un árbol, tener un hijo y publicar un libro. La primera parece fácil. Hacemos un hoyito, echamos la pepita y “voilá”, al cabo de unos años tenemos un árbol. Pero hasta eso requiere planificación. De lo contrario nos sucede como en una casa de mi vieja vecindad: que tiene una ceiba inmensa como a un pie de la estructura.
Tener un hijo… ¡eso es un ñame! El asunto es criarlo. Todo el que lo haya hecho sabe que es un proceso laaaaaaaaaaaaaaaaaaargo y de mucho detalle. Y lo peor de todo es que los muchachos no llegan con un manual de instrucciones.
¿Y el libro? Basta con decir que hay gente que ni siquiera hablan en oraciones enteras. Mucho menos van a ser capaces de concatenar sus pensamientos para llenar centenares de páginas.
Pero supongamos que tú sí tienes la destreza para hilar tus ideas. Supongamos que tú sí tienes la disciplina para dedicarle varias horas al día por meses… o hasta años. Y supongamos, sobre todo, que tienes algo que decir. ¿Sabes lo que conlleva llevar un libro desde la idea hasta el estante de la librería?
Quizás estés pensando: “el mío va a ser digital”. ¿Y por qué no? Con los adelantos tecnológicos que hay hoy en día podemos terminar nuestro manuscrito, ponerlo al alcance de millones de personas en cuestión de días y economizar miles de dólares en costos de impresión.
O tal vez seas un autor experimentado con varios libros a tu haber y deseas entrar al mundo de los libros digitales. Pues es bueno que sepas que autores de la talla de Stephen King, James Patterson, Bill O’Reilly, John Grisham, J.K. Rowling, Nora Roberts, Suzanne Collins, Michael Connelly, Jim Kukrall, Michael Hyatt, Jay Baer, Seth Godin y cientos más publican sus libros en formato digital; predominantemente para el Kindle de Amazon. Algunos hasta han optado por publicar únicamente en formato digital.
Publicar un libro, ya sea físico o digital, es un proceso. Y como todo proceso van a haber pasos que le van a tocar al autor y otros que va a subcontratar. A menos que se trate de uno de esos casos excepcionales en los que el autor sabe hacerlo todo.
El primer paso es el bosquejo. Sin un bosquejo dirás lo mismo una y otra vez, dejarás temas medulares sin cubrir y terminarás con un reguero que le dará dolor de cabeza al lector más paciente. El bosquejo actúa como un mapa que te obliga a seguir una ruta, evita las omisiones y sobre todo te libra de la circularidad. La circularidad es un término rebuscado para cuando decimos lo mismo una y otra vez.
Es importante distinguir entre la circularidad y la repetición intencional. La primera surge de la falta de dirección. La segunda se usa intencionalmente para reafirmar puntos importantes. Tanto así que la organización Toastmasters International la ha llamado las tres Ts: “tell’m what you’re gonna tell’m, tell’m and then tell’m what you told them”. En castellano: “dile lo que le vas a decir, díselo y luego dile lo que le dijiste”. Es importante aclarar que esta fórmula fue diseñada para oradores; no para la palabra escrita. No obstante, en ocasiones se usa al escribir porque la repetición es la base del aprendizaje.
El segundo paso es escribir el manuscrito. Claro, dicho así “tan chulo” parece un mamey. Pero la realidad es que en este paso es que está la mayor parte del trabajo. Sin texto no tenemos nada. Y a veces escribir el manuscrito de un libro puede tomar años. Sobre todo cuando conlleva investigación, entrevistas, revisar textos anteriores y hasta viajes a lugares remotos.
Como parte de este segundo paso también vamos a recopilar las fotos e ilustraciones que sean necesarias. Al terminar vamos a tener tres cosas: el texto crudo aprobado, las fotos y las ilustraciones.
El tercer paso va a ser la diagramación del libro. En Puerto Rico, por la transculturación que sufre la Isla, este término se utiliza muy poco y sencillamente nos referimos a él como “layout”.
Puesto en palabras llanas el proceso de diagramación o “layout” es el que le da vida a nuestro libro. Es donde convertimos el texto, las fotos y las ilustraciones en la pieza de arte que luego vamos a imprimir y colocar en los estantes de las librerías.
Durante este paso el artista comercial va montando el libro página por página y capa por capa. Estas últimas tres palabras son cruciales porque son las que hacen posibles las maravillas visuales que vemos en los libros de hoy en día. Los libros modernos se montan en “capas virtuales”. En una tenemos el fondo de la página, en otra el texto, en otra las fotos, en otra las ilustraciones, en otra los números de páginas, etc, etc, etc. Fíjate bien que dije “los libros modernos”. Los libros de antaño también se montaban en capas. La diferencia es que eran “capas físicas” hechas en filme transparente que había que colocar “en registro” y quemar capa por capa al negativo. A este proceso se le llamaba “paste-up y fotomecánica”. Hoy en día todo se hace “digital” y muchos artistas jóvenes no tienen ni idea de dónde provienen todas estas cosas. En cualquier caso, cada elemento que introduzcamos a nuestra página va a ocupar una capa adicional.
Al final el artista va a producir un arte compuesto en formato PDF (composite) que va a estar separado en los cuatro colores que utiliza una imprenta de proceso: cyan, magenta, amarillo y negro. A este arte compuesto se le llama comúnmente el “arte de la tripa”.
La “tripa” de un libro se compone de todo menos la carátula. El arte de la carátula está compuesto por la portada, la contraportada y el lomo. Éste se crea por separado y a menudo lo hace otro artista.
La carátula de un libro tiene mucho que ver con el hecho de que el libro se venda o no. Por eso hay artistas que se dedican exclusivamente al diseño de carátulas, y a menudo cobran cantidades exorbitantes de dinero por su trabajo. Al final el artista produce un arte final en PDF separado en cyan, magenta, amarillo y negro.
De ahí el libro y la portada pasan al proceso de fotomecánica. Este se lleva a cabo al llegar a la imprenta. Hoy en día el proceso de fotomecánica se ha simplificado tanto que el impresor sencillamente pone el archivo en una aplicación de computadora y esta le organiza las páginas en placas de 8 ó 16 páginas. Este proceso se conoce como “crear las cuartillas”.
Cuando un impresor imprime un libro no imprime las páginas en orden. Utiliza un sistema llamado “cuartillas”. Las cuartillas son unas páginas inmensas, impresas por ambos lados, que al doblarse y cortarse producen secciones del libro cuyas páginas quedan en orden. Al combinar varias placas vamos a llegar a un libro entero. Luego de impreso el libro se compagina, se corta, se pega y se encuaderna.
Tengo que admitir que no soy impresor. Así que alguno de los pasos que he descrito pudiera llevarse a cabo en otro orden. Pero conozco el proceso porque he estado a cargo de la impresión de publicaciones para mis clientes por más de 30 años.
El libro digital es muy distinto. Para empezar los libros electrónicos son “liquidos”. Eso no quiere decir que nos los podamos beber. Lo que sí quiere decir es que no tienen un número de páginas definido.
Cuando un artista comercial diagrama un libro tradicional toma una serie de decisiones iniciales. Estas van a ser: el tamaño de página, el ancho de los márgenes, el tamaño del texto, el tamaño de las capitulares, cuántas columnas va a tener por página, si va a tener ilustraciones o fotos y cualquier otro parámetro que afecte la publicación a nivel global.
A menudo muchas de estas consideraciones obedecen a costos. Por ejemplo, si utilizamos un texto más grande nuestro libro va a tener un mayor número de páginas. Y eso, multiplicado por la cantidad de libros que vayamos a imprimir, puede representar cientos y hasta miles de dólares. Por otro lado, si utilizamos un texto más pequeño el libro va a lucir más denso y resulta más amenazante para el lector. Esto puede afectar adversamente las ventas del libro.
En los libros electrónicos la diagramación es mucho más sencilla. ¿Por qué? Pues porque en el caso de los libros electrónicos lo que vendemos es información. Y eso lo hacemos en forma de “electrones”.
Los libros electrónicos permiten que el lector ajuste el tamaño de la letra. Por lo tanto, al aumentar el tamaño de la letra nuestro libro va a tener “más páginas”.
La mejor manera de visualizar la diferencia entre un libro de papel y uno electrónico es la siguiente: el libro de papel se compone de un número predispuesto de páginas mientras el libro electrónico es como un rollo de papel en el que nuestro libro va de principio a fin sin interrupciones. Obviamente, si aumentamos el tamaño de la letra el rollo de papel va a tornarse más largo. Lo contrario también es cierto.
Así las cosas, el proceso de crear un libro electrónico obvia los procesos de diagramación, fotomecánica e impresión por completo. Para crear un libro electrónico lo único que se requiere es el manuscrito aprobado en forma de texto crudo, las fotos, las ilustraciones y la portada.
Fíjate que en ambos casos he enfatizado el “manuscrito aprobado en forma de texto crudo” como parte crucial para la creación del libro; ya se físico o digital. Esto se debe a que ninguna imprenta revisa los textos que envían sus clientes. Si están llenos de errores así mismo van a llegar al libro final.
En el caso del libro digital lo único que va a requerir la persona que vaya a hacer la diagramación va a ser el manuscrito aprobado en forma de texto crudo, las fotos, las ilustraciones y el arte en alta resolución de la portada. Cualquier otra cosa va a introducir trabajo adicional al proceso. ¿Por qué? Pues porque —como vimos anteriormente— los documentos subsiguientes que produce un artista comercial son una mezcla en capas de estos cuatro elementos básicos.
Por ejemplo, muchas personas piensan que un PDF es igualmente útil que el documento original de texto a la hora de crear un libro electrónico. Pero sacar el texto crudo de un PDF es como sacarle el huevo a un “pancake” luego de freírlo.
El texto que se extrae de un PDF sale lleno de problemas, aún cuando le digamos al programa que nos dé el texto crudo. Los espacios entre párrafos se pierden. Si el libro original tenía palabras divididas con guiones cada guión va a ser reemplazado por un “bullit”. Eso quiere decir que el texto va a tener cientos —y hasta miles— de “bullits” para removerle manualmente. Es decir, que alguien va a tener que dedicar horas y horas a revisar el libro de principio a fin. ¿Y quién va a pagar por eso?
Por eso es que vemos tanto libro electrónico plagado de errores, porque las personas que los diagraman sencillamente vacían el texto —como esté— y los disparan pa’ alante.
A diferencia de los libros tradicionales los libros electrónicos se diagraman de manera lineal. Eso quiere decir que, si incluyen fotos o ilustraciones, estás se van a insertar entre párrafo y párrafo hasta terminar el libro. De ese modo se mantendrán en su colocación correcta al ajustar el tamaño del texto.
Otro aspecto que diferencia a los libros electrónicos de los tradicionales es que los electrónicos se programan. Fíjate en cualquier libro electrónico y vas a notar que incluyen un índice al comienzo compuesto de hipervínculos. Eso permite que el lector vaya a la sección que desee sin problemas.
Recuerda que dijimos que los libro electrónicos son “liquidos”. Por lo tanto no podemos decir que íbamos por la página tal o más cual. Además, los libros electrónicos pueden incluir hipervínculos a lugares en la Internet, archivos de audio y de video.
Por último, la publicación de libros electrónicos conlleva una serie de faenas en la Internet para colocarlos en el “estante virtual” de tu preferencia.
Tomemos por ejemplo el caso de Amazon.com. Antes de publicar tus libros electrónicos en Amazon vas a necesitar una cuenta de “Kindle Direct Publishing”. Y antes de publicar cada libro vas a tener que recopilar una serie de datos. No recopilar estos datos correctamente hará que la gente no encuentre tus libros, que no se vendan, y en el peor de los casos, que Amazon los rechace por completo.
Pero hay más. Cada libro va a requerir un dominio. ¿Qué es eso? Pues una dirección de Internet. Tomemos por ejemplo mi libro “Presentaciones Efectivas”. Imagina tener que darle la siguiente dirección a la gente cada vez que pregunten por tu libro:
¿Cuánto libros piensas que venderías?
Es mejor decir sencillamente presentacionesefectivas.com. ¿No te parece? Pues eso se logra registrando un dominio y apuntándolo hacia la dirección de nuestro libro en Amazon.
Claro, registrar un dominio es fácil. Además, es económico. Claro que sí. Pero no se hace solo. Alguien tiene que hacerlo, y tiene que saber lo que está haciendo. Además, tiene que ser alguien de tu absoluta confianza porque para abrir tus cuentas en Amazon KDP, y en la compañía donde registre tus dominios, la persona va a necesitar tu nombre, dirección, teléfono, número de seguro social, la información de tu cuenta de cheques y la de una tarjeta de crédito. Con eso nada más se le hace un robo de identidad a cualquiera.
Como tantas otras cosas en la vida lo mejor es dedicarnos a las cosas en que somos expertos y pagarle a alguien que sea igualmente experto para que haga las que no podemos o queremos hacer.
En Accurate Communications diagramamos tus libros electrónicos, gestionamos el dominio, subimos todo lo necesario a la tienda digital de tu preferencia y lo programamos para que funcione sin problemas. Y tú lo único que vas a hacer es enviarnos el manuscrito final en forma de texto crudo, las fotos y/o ilustraciones, el arte de la portada y llenar una serie de formularios en PDF.
Cada día son más y más los autores que le venden sus libros al mundo en formato digital. Tú también puedes publicar el tuyo. Llámanos hoy mismo al 787-306-1590 para más detalles.
Te vamos a ayudar.
©2019, Orlando Mergal, MA
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El autor es Socio Fundador de Accurate Communications,
Licenciado en Relaciones Públicas (R-500), Autor de más
de media docena de Publicaciones de Autoayuda, Productor
de Contenido Digital y Experto en Comunicación Corporativa.
Inf. 787-750-0000 • 787-306-1590