No sé si a ti te suceda, pero a mí ya me está aburriendo la Internet; en particular las redes sociales. ¿Has notado cómo la repetición innecesaria “tupe” las redes? Los “americanos” le tienen un nombre lo más curioso a este fenómeno. Le llaman “regurgitation”, del verbo “regurgitate”.
De entrada pensé traducirlo libremente al español como “regurgitar”, pero pensé que me arriesgaba a decir un disparate. ¡Imagina cuál fue mi sorpresa cuando descubrí que el término existe!
En su segunda acepción “regurgitar” se refiere a repetir información sin analizarla ni entenderla. En la primera significa “vomitar”, o “devolver” lo comido. Así las cosas, aún en su segunda acepción, el término “regurgitar” no pinta un cuadro agradable en la mente.
A pesar de no ser poeta, me tomé una licencia y acuñe el término “regurgiteros”. Los “regurgiteros” son esas personas que tupen la internet repitiendo información que a menudo ni han leído siquiera, y que obviamente no entienden. Sencillamente la colocan en las redes como “loros digitales” esperando bañarse en la luz del autor. Pretenden proyectarse como eruditos sencillamente por repetir lo que otro razonó. Y así vemos cómo una noticia aparece decenas de veces colgada por los “loros digitales”. A eso le llaman estar “trending”.
Esto sucede en todos los ámbitos de la Internet, no sólo en las redes sociales. Lo que sucede es que en las redes sociales es más evidente. Pero lo vemos en los blogs, en los podcasts, en YouTube, en Instagram, en Pinterest… todos colocan cosas que no han creado, que no han leído, que no entienden y que a menudo ni han visto. El objetivo es lucir como los más “inteligentes”, los más conectados… los de avanzada.
Hace años escribí una entrada para mi extinto blog “Picadillo” que titulé “Soy del 1%”. En aquella ocasión hablaba del la “Regla del 1% de la Cultura de Internet” promulgada por primera vez por la enciclopedia digital Wikipedia en el año 2006. Dicha regla establece que el contenido total de la Internet se distribuye de la siguiente manera: 90% de los usuarios de Internet consumen contenido, 9% modifican el contenido existente y sólo el 1% produce contenido fresco. O sea, que la Internet se compone mayormente de “mirones y regurgiteros”.
Un Océano de Vómito
Da trabajo encontrar contenido original en la Internet de hoy. Casi todo es repetición innecesaria de los mismos temas trillados. Las opiniones son como los “ombligos”. Todo el mundo tiene una. Basta con que un tema se vuelva popular y llueven las entradas; todos repitiendo la misma mierda.
El análisis profundo, frío y sosegado brilla por su ausencia. Todo es una gritería, un lamento y una cadena de comentarios desinformados. Y no hablemos de los que opinan sin leer. Esos le “ponen la tapa al pomo”, como dicen los amigos cubanos. Leen el título de un artículo y construyen toda una opinión sin haberlo leído. Lo mismo hacen con los videos y los podcasts. No leen, no ven y no escuchan. Sólo opinan.
De ahí se alimenta el vórtice de la repetición innecesaria. Pasan los días, las semanas y hasta los meses hasta formar un “océano de vomito” donde abunda la especulación, la desinformación, la ignorancia y el pensamiento vacuo. Nadie se informa, todos opinan y ninguno sabe.
La destreza de leer, analizar y formular un pensamiento crítico se ha vuelto un “arte en desuso”. Los “regurgiteros” controlan la Internet.
Los algoritmos no han atajado el problema del todo
En el año 2009 Google nos trajo el algoritmo “Cafeine”, cuyo objetivo era premiar el contenido “fresco y relevante”. Poco a poco iban quedando atrás aquellos días iniciales de la Internet en los que lo importante eran las “palabras claves” y era fácil engañar a los motores de búsqueda.
Once años más tarde la Internet ha continuado evolucionando. Los algoritmos se han vuelto más sofisticados, la inteligencia artificial es la orden del día y la producción de contenido efectivo se ha vuelto un arte. Ya no basta con que nuestro contenido sea “fresco y relevante”.
Ahora tiene que ir de la mano con el resto de nuestro contenido existente para que aporte al nivel de “autoridad” de nuestro sitio.
A pesar de todo esto a diario vemos a miles de personas colocando contenido inconsecuente en las redes, “regurgitando” lo que ven aunque no lo entiendan. Ah, porque hay que estar “en el ajo”. ¡Pobresitos!
Una Causa Perdida
Para la mayoría de las personas colocar contenido en la Internet, y esperar que alguien lo consuma, es un esfuerzo inútil. Los algoritmos se encargan de enterrarlo.
El 18 de mayo de 2012 sucedió un hecho medular en la historia de la Internet. Facebook celebró su IPO. En el argot de las finanzas un IPO es un “Initial Public Offering”. Es cuando una corporación cesa de ser privada para convertirse en una corporación pública, o basada en acciones.
En una corporación pública el compromiso número uno de la organización es hacia sus accionistas, no hacia los clientes y muchísimo menos hacia los empleados. Suena frío y despiadado pero es así. Dicho en “arroz y habichuelas”, como decimos en Puerto Rico, la función principal de una corporación pública es producir dividendos para sus accionistas.
A partir del 18 de mayo de 2012 Facebook dejó de ser aquel sitio en el que podíamos lograr un mar de tráfico gratis, para convertirse en el “hogar del algoritmo” que limita lo que ve tu público a menos que pagues. Y como los muchachos son así “creativos”, no le llamaron “pagar”. Le llamaron darle un “boost”. Qué chulos… ¿verdad?
Poco a poco las demás redes sociales han ido haciendo lo mismo hasta llegar al punto en que nadie ve lo que publicamos. Vamos, el término “nadie” está utilizado en forma figurada, siempre alcanzamos a alguien, pero cuando vemos que 8 ó 10 personas ven una entrada dentro de una red que agrupa a millones de personas, la palabra “nadie” es acertado.
¿Y qué tiene que ver el algoritmo con los regurgiteros?
Piénsalo. ¿Si tú fueras Facebook (o cualquiera de estas redes sociales.. da lo mismo) —o inclusive el propio Google— le mostrarías al mundo contenido vacuo y repetitivo o tratarías de darle paso —aunque de forma limitada— a la crema de la crema?
Por el otro lado, ante la realidad de que colocar algo en las redes sociales es generalmente un acto fútil, la gente tampoco invierte mucho esfuerzo. El pensar generalizados parece ser: “si nadie lo va a ver comoquiera, con cualquier mierda basta”. Son pocos los que se toman la molestia de producir algo de valía. De hecho, son el 1%.
El problema es que la repetición innecesaria de contenido no ayuda a nadie, Aumenta el nivel de ruido, eleva el “clutter” y abona a la confusión. Nadie gana con que la misma noticia aparezca de 50 formas distintas.
Claro, regurgitar es la fruta bajita. Es más fácil la repetición innecesaria que estudiar un tema a fondo, recoger opiniones diversas y llegar a nuestra propia conclusión. Para eso hay que pensar y ese es un músculo en desuso que muchos han olvidado que tienen.
Y antes de que los “puristas” me digan que el cerebro no es un músculo, sepan que mi bachillerato fue en Ciencias Naturales. Lo que pasa es que hay aquellos que han alcanzado un nivel tal de atrofia mental que parecería que tienen músculo en la cabeza en lugar de masa encefálica.
Una Divergencia Obligada
Los “regurgiteros” tienen un efecto nefasto en la Internet. Por un lado causan que la gerencia de las distintas propiedades digitales haga sus algoritmos cada vez más restrictivos y por el otro hacen que la gente que piensa se aleje por completo. Se hartan del ruido, de la repetición y de la disonancia.
Lo mismo sucede en los medios tradicionales. La radio, la televisión y los periódicos están pasando por una crisis sin precedentes. Ya no se trata únicamente de que los medios digitales han socavado sus fuentes de ingreso. Se trata de que en muchos casos han perdido por completo la capacidad de llegar a sus públicos. En su empeño por obligar al público a pagar por el contenido, publican información superficial, limitan la poca que tiene algún valor y en general terminan alejando a la gente.
El ciudadano de hoy tiene ante sí todo un abanico de opciones para informarse; claro, si sabe dónde buscar. A la misma vez tiene igual número de oportunidades de desinformarse. Pero la mayoría de la gente son demasiado holgazanes para escudriñar. Por eso se conforman con el ruido diluido y repetitivo de las redes sociales. No se toman la molestia de separar la “paja del grano”.
Y a eso hay que sumarle el que vivimos inmersos en la cultura del “news bite”. La gente lee titulares y extrapolan tratados. El objetivo es saber sin leer, sin entender, sin estudiar… sin esfuerzo alguno. Y en un escenario así los “regurgiteros” viven como peces en el agua.
Paralelamente, las personas de intelecto se alejan porque sienten que no satisfacen su curiosidad ni sus ansias de saber. La disonancia de los medios tradicionales los aleja así que buscan alternativas frescas en foros no tradicionales. De ahí la popularidad de agrupaciones como TED, la BBC de Londres, National Geographic y otras entidades que fomentan el saber.
Un Colapso Sin Explicar
En días recientes colapsó el Radiotelescopio de Arecibo en Puerto Rico. Los hechos sucedieron el lunes 1 de diciembre y yo hablé del suceso en el episodio del jueves 3… dos días después.
Comenté sobre las posibles razones que llevaron al colapso, por qué yo pensaba que lo habían permitido, cuál era el escenario en el que habían sucedido los hechos y qué yo veía sucediendo en el futuro.
Vi decenas de entradas adicionales comentando el hecho. La mayoría eran enlaces a otras noticias o enlaces a los enlaces de los enlaces a otras noticias. Los “regurgiteros” hicieron fiesta. La repetición innecesaria fue la orden del día. Muy pocos se detuvieron a analizar la cosa y a buscar posibles explicaciones.
Ya han pasado 15 días del colapso del radiotelescopio. Todavía sigue el “regurgiteo”. Nadie habla de lo que pudiera haber detrás. Nadie se aventura a buscar explicaciones sensatas… a pensar.
Si algún daño le ha hecho la raza humana a la Internet ha sido el “regurgiteo”. Hemos desarrollado una cultura de loros digitales que repiten “la misma mierda” sin detenerse a analizar nada. La repetición innecesaria inunda fincas enteras de servidores que pudieran usarse para acumular inteligencia, pensamiento crítico y análisis.
Finalmente, los que producimos contenido serio y responsable estamos condenados a la aniquilación. ¿Después de todo, “en un mundo que no lee para qué hace falta quien escriba”? ¿Para qué hace falta contenido de calidad, de la variante que sea, si la gente no lo consume? ¡Ah, y encima de eso opinan!
Haría Falta Un Mago | ¿Por qué No Tres?
Gracias a Dios el 2020 ya está llegando a su fin. Como dirían los americanos: “good riddance”. Y, por lo que veo, el 2021 se aspecta un poco mejor. Por eso voy a pedir un deseo para el nuevo año. Pudiera pedírselo al “viejo gordo”, pero se trata de uno de esos pedidos que requieren los servicios de un mago.
Voy a pedirle a los Tres Reyes Magos que eliminen la repetición innecesaria de la Internet; que el “regurgiteo” se convierta en cosa del pasado; que los algoritmos se tornen tan y tan restrictivos que se elimine el contenido vacuo; que los “regurgiteros” descubran por fin que su contenido no llega a ningún sitio, y que lo único que logra es “tupir” la Internet.
Sé bien que va a hacer falta un mago. Por eso se lo estoy pidiendo a tres. Estoy pidiendo que entre todos hagan una “alianza estratégica” a ver si limpian la Internet.
Eso sí sería un milagro digno de celebrar.
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¡Feliz Navidad!
©2020, Orlando Mergal, MA
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El autor es Experto En Comunicación Corporativa (Lic. R-500),
Autor de más de media docena de Publicaciones de Autoayuda
y Productor de Contenido Digital
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