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Cuando tenía alrededor de 5 años mi mamá me regaló un trompo. La tecnología era sencilla. Ni siquiera usaba cabuya. Sencillamente lo apretaba por arriba varias veces y bailaba. Fácil. Hoy en día, a los cinco años, mis nietos jugaban con computadoras. Claro, no como las máquinas que yo utilizo para trabajar. Pero ciertamente con juguetes que funciona a base de algún chip. Y la cosa es que los entienden. Mientras tanto, muchos de nosotros —los que ya contamos unos cuantos veranos— le tenemos hasta miedo a los adelantos. Y eso se conoce como tecnofobia.
La tecnofobia es un mal que nos afecta a todos en mayor o menor grado, y ha sido así desde comienzos de la civilización. Claro, para entender eso hay que tener primero una visión amplia y clara de lo que es tecnología. Si miramos la tecnología como la hemos definido en este programa desde el primer día, sabremos que es “la ciencia al servicio del hombre”… o de la humanidad para que no me tilden de sexista.
La tecnofobia surge cuando somos incapaces de adaptarnos a los nuevos equipos o procesos que inventa el ser humano para facilitar su vida.
Cualquiera que haya tomado un curso de antropología sabe que una de las cosas que diferencia al ser humano de los demás primates es que somos los “creadores de herramientas”. Cuando el primer homínido —conocido como “Ardipithecus Ramidus”— se paró únicamente sobre sus extremidades inferiores, liberó sus manos para hacer tareas. Luego, para multiplicar la eficacia y eficiencia de sus manos comenzó a crear herramientas.
Con el pasar de los años esas herramientas se fueron sofisticando, permitiéndole al ser humano realizar más trabajo con menos esfuerzo. Y claro, cada uno de esos pasos vino acompañado de su respectiva tecnofobia. ¿No me crees? ¿Cómo piensas que sentían los primeros “prensistas” luego que Guttemberg inventó la imprenta de tipo movible en el 1454? Hoy en día nos parece primitiva. Pero en aquella época consistía de miles de tipos a colocar y cientos de piezas movibles. Y súmale a eso el hecho de que la mayoría de la gente no sabía leer. ¿Qué tú crees? ¿Le causaría tecnofobia a la gente?
Por miles de años los inventos del ser humano fueron reemplazando la dexteridad de sus manos y la fuerza de sus brazos con máquinas que lo hicieran por él. Pero no fue hasta el 1822, cuando Charles Babbage inventó la primera computadora mecánica. Y, por si no lo sabías, aún las máquinas más sofisticadas que utilizamos hoy están basadas en los principios de Babbage. De repente el ser humano había inventado algo que reemplazaba su mente. No en la capacidad de pensar o de imaginar, pero sí en la capacidad de realizar procesos mentales repetitivos.
Hoy en día casi todo lo que sucede a nuestro alrededor está influenciado por alguna computadora. Desde el televisor que encendemos en la mañana, hasta el carro que conducimos, el elevador que nos sube a la oficina, el acondicionador de aire que nos mantiene cómodos y la cafetera que nos suple de cafeína todo el día. Es imposible separarnos de los chips de computadora. Entonces, no debe ser sorpresa que la tecnofobia ande rampante.
Como todas las cosas en la vida, todos tenemos algo de tecnofobia. El problema viene cuando se apodera de nosotros, cuando controla nuestras vidas y cuando impide que funcionemos adecuadamente en la sociedad. Ahí nos tornamos obsoletos. Ahí nos aislamos de la realidad. Ahí comenzamos a envejecer, aunque a penas contemos unos pocos lustros.
Hoy exploro el tema de la tecnofobia desde una óptica franca, para que entiendas lo que es y no es, cuáles son síntomas, sus consecuencias y las posibles soluciones que existen. Porque SI, existen soluciones. Todo está en la actitud que tengamos…
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©2022, Orlando Mergal, MA
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El autor es Experto En Comunicación Corporativa (Lic. R-500),
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