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Cuando el científico de computadoras inglés Tim Berners Lee inventó la red mundial de comunicación en el 1989, jamás pensó que se convertiría en lo que hay hoy en día. De hecho, muchos repiten equivocadamente que Berners-Lee inventó la Internet. Y eso no es cierto. Lo cierto es que la Internet fue un esfuerzo combinado de científicos militares y universitarios que dio origen a lo que se llamó ARPANET. Y, por si te interesa, las siglas ARPANET significan “Advanced Research Projects Agency Network”. En ese momento el productor de contenido no soñaba ni con nacer.
Para esa época las personas que escribíamos, publicábamos boletines de papel que enviábamos a nuestros clientes y relacionados comerciales mediante correo convencional. Todos los meses había que ensobrar cientos de boletines, lamer cientos de sellos y llevarlos físicamente al correo.
El primer blog que registra la historia fue “LINK”, de Justin Hall, y consistía de escritos breves con “enlaces” y muy poco más. Ni remotamente se trataba de un blog estilizado como los que que producimos los usuarios de WordPress hoy en día. Pero tenía algo en común. Tenía enlaces. ¿Y quién inventó el enlace? Pues Tim Berners Lee. O sea que Berners Lee no inventó la Internet, pero inventó el hipervículo que dio origen a todo lo que existe hoy en día. Sin hipervículos nada de lo que vemos hoy en día funcionaría. Ah, y si no sabes lo que es un “hipervículo” es lo que comúnmente llaman por ahí un enlace o un “link”.
La idea del blog, o “weblog” como se llama realmente, se propagó como la pólvora. Tanto así que se estima que hoy en día hay sobre 600 millones de blogs. Eso equivale al 31.57% del total de páginas que existen en la Internet.
No fue hasta el 1996 que nació el término “mercadeo mediante contenido” o “content marketing”. Nació de la mente del periodista John F. Oppedahl. Con él también nació el “productor de contenido”.
Pero no quiere decir que el trabajo no se hiciera antes. De hecho, se ha venido haciendo desde mediados del siglo 18. Lo que pasa es que el nombrecito “catchy” de “productor de contenido” nación con Oppedahl. Pero fue el nombre, no la cosa.
Pero todavía faltaba una pieza para llegar a la “mogolla” que tenemos hoy en día. De hecho, faltaban dos. Casi paralelo con la llegada de la Internet surgieron los primeros navegadores. El primero fue Lynx en el 1992. Antes de eso la gente usaba “pseudonavegadores como America Online y CompuServe. ¿Te cuerdas de esos? Y el primer navegador —que de verdad se podría considerar un navegador como lo conocemos hoy en día— fue Netscape en el 1994. En el ’95 surgió Internet Explorer de Microsoft y la Internet comenzó a perder su inocencia.
Microsoft vio por fin el potencial que tenía la internet y comenzó a incluir Explorer con cada instalación de Windows. El enorme control que tenía Microsoft del mundo de las computadoras hizo que a la larga dominara el mundo de los navegadores. El 1 de marzo del 2008 Netscape fue descontinuado.
Ese mismo año Google lanzó el navegador Chrome valiéndose, precisamente, del dominio que tenía en el mundo de la búsqueda. Ya para entonces Yahoo había comenzado a hacer agua y en julio del 2016 fue vendido por 5 billones a Forbes.
Hoy en día Chrome domina el mundo de los navegadores, Google domina el de la búsqueda y los otros como: Edge de Microsoft, Safari de Apple y Duck, Duck, Go son distantes segundos, terceros y cuartos.
Con ese dominio férreo de la navegación y la búsqueda Google controla una parte substancial del tráfico en la Internet. Lo demás lo controlan las redes sociales y una ínfima parte —pero BIEN ÍNFIMA— la controlan los millones de productores de contenido que día a día se levantan a producir blogs, podcasts, videos, contenido profesional de todo tipo y la bazofia que inunda las redes sociales. Sí, porque a eso también le llaman contenido.
Entonces ¿cuál es la situación y cuál es el problema?
La situación es que tanto Google y los demás motores de búsqueda más pequeños, como Facebook, y las demás redes sociales más pequeñas, se han dado cuenta de que el control que tienen sobre el contenido que pasa a través de sus distintas plataformas los coloca en el asiento del chofer cuando de la Internet se trata. No importa lo que genere el productor de contenido, si no pasa a través de estos guardabarreras no va a llegar a ningún sitio.
Y eso no es nada nuevo porque ese mismo control lo tenían antes los periódicos, las revistas, las emisoras de radio y las de televisión. De hecho, en estos día se estaba hablando en Puerto Rico de aplicarle la ley de Payola a un productor de espectáculos que a la larga terminó preso. ¿Pero sabes qué es lo más curioso de todo? Que lo estaban consideran dentro de un marco “online” cuando esa ley federal existe desde los años 30’s del siglo 20 y se escribió para la radio. Lo que queda claro aquí es que no importa el medio. El ser humano siempre va a buscar cómo hacerle trampa al prójimo.
¿Y qué tiene que ver esta super introducción con el tema del productor de contenido, y que hoy estemos aquí para enterrar su cuerpo y enviar su espíritu al infinito?
Bueno pues, hace como un mes atrás —en el episodio 395 te hablé de ChatGPT— y como casi siempre sucede cuando hablo de algo bastante nuevo los números de audiencia se me fueron al piso. De hecho, cada rato bromeo con mi esposa cuando veo a alguien hablando de QR Codes porque hablé de eso por primera vez en mi extinto blog Picadillo para allá para el 2010. No hacen más que 12 años. Y ahora son la cosa del momento.
Bueno pues, en el episodio 395 hablé de mi preocupación con ChatGPT en cuanto a SEO y los Derechos de Autor. Nadie hizo caso. Y hoy posiblemente pase igual. De hecho: ¿estás ahí? ¿te dormiste? ¡Hello!!!
Hoy vamos a hablar de la manera en que ChatGPT y Microsoft (que es en realidad el poder detrás del trono) presentan una amenaza inminente de muerte para productores de contenido de todos los tamaños. Ah!, y Google no se queda atrás, porque al día siguiente presentaron, de forma accidentada, su propia “solución” llamada “Bard”.
Y antes de que me acusen de nada, no lo digo en el sentido estrictamente físico. Vas a seguir respirando. Nadie va a hacerte daño físico. Pero ve buscando otra cosa que hacer porque —si eres productor de contenido— te van a quitar la alfombra de debajo de los pies.
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©2023, Orlando Mergal, MA
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El autor es Experto En Comunicación Corporativa (Lic. R-500),
Autor de más de media docena de Publicaciones de Autoayuda
y Productor de Contenido Digital
Inf. 787-306-1590 • 787-750-0000
Recuerdo cuando vaticinaron que la radio y la tv iban a desaparecer, nunca ocurrió; al contrario, se reintegraron ante el cambio. Hay algo interesante con la IA y es que no todo el mundo sabe usarla porque es INTELIGENTE. A Ud solo lo quedará adaptarse o sucumbir. Yo se y estoy seguro que a Ud. no le sucederá lo último.
Saludos Omar. Yo nunca he dicho que la televisión y la radio van a desaparecer. Sólo dije que perderían relevancia. Tampoco he dicho que la llamada “inteligencia artificial” carezca de importancia. Sólo he dicho que no se trata de verdadera inteligencia. Si alguna persona se ha adaptado a los tiempos a lo largo de los años he sido yo. Pero adaptarse a los tiempos no equivale a claudicar a mis ideas o aceptar torpezas en aras de complacer a incompetentes. Yo pienso con mi cabeza, uso lo que me conviene e ignoro lo que es bazofia. Y si eso hiere sensibilidades pues me da mucha pena. Adaptarse y claudicar no son sinónimos.